Este
es el titular de una noticia que he leído esta mañana. Una foto de Mark Aulger
un enfermo terminal abrazado a su hija recién nacida ha llamado rápidamente mi
atención. La historia me ha dejado tocado el resto del día.
Mark
estaba muy enfermo. Un cáncer de colon le consumía, y su esperanza de vida se
limitaba a unos pocos días. Su obsesión era poder llegar a tiempo de ver a su
hija que estaba a punto de nacer. A su mujer, Diana, le quedaban aún 15 días de
gestación. Una mujer valiente que con cuatro hijos de 7, 10, 13 y 15 años decidió adelantar el parto
para que Mark pudiese conocer a su hija Savannah.
Savannah nació y los primeros brazos que pudo sentir fueron
los de su padre. Mark falleció al de pocos días.
Una historia en la que la vida se mezcla con la muerte. La
tristeza con la esperanza. Seguro que Mark era un gran hombre. La pequeña
Savannah ha podido sentir el calor de su Padre durante unos días. Ella, ahora, es la alegría que ayudará a su familia a superar estos momentos tan difíciles.
Aprovechemos cada minuto de la vida. Hay muchos abrazos que dar y recibir.